sábado, 25 de abril de 2009

A mi gran amigo.

Una sombra, un refugio, un juguete,
te convertiste así en parte de mi,
de mi infancia cuando alegre colgaba
de tus ramas, convirtiéndote en mi parque,
atando tan fácil una cuerda para columpiarme,
subiendo en ti y poder de los de mas refugiarme,
el mejor escondite cuando de escondidas
se trataba y con mis travesuras alguna vez
te llegue a romper una rama sin decir nunca nada.

Fuiste aquel refugio de las aves, donde construyeron
su nido, donde aquellas noches se perdía el cantar
de algún grillo, donde pensaba sentada bajo tu sombra
y sabia entonces que a tu lado nunca estaría sola.

Llego mi adolescencia y te convertiste en cómplice
de aquel mi primer amor que llego a mi puerta,
me viste alegre cuando bajo tu sombra suspiraba
por su presencia, y llego la decepción acompañada
de lagrimas que entre tus hojas calmaste y secaste.

Fuiste el consuelo después de una larga jornada,
y antes de entrar a casa junto a ti poder descansar,
fuiste mi compañía cuando en los calurosos veranos
bajo tu enorme sombra podía descansar, arrullado
por el vaivén de tus ramas que me hacían soñar.

Y hoy que pasa amigo, cuando no entiendo
lo que gritas con el sonido de tus ramas
golpeadas por el viento, cuando después
de tantos años aquí unido, pretenden
como a un preso dejarte absuelto
y liberarte de un lugar donde siempre
Haz querido estar, donde has vivido historias,
donde como cada una de tus hojas
haz visto nacer y caer a las personas
que han pasado por mi vida y junto a mi están.

Luchare por tus ramas, por cada una de tus hojas,
pues cada una de ellas guarda una parte de mi vida,
por tu viejo tronco y tus raíces que están penetradas
en mi corazón, por esa sombra tuya que extrañare
cuando aparezca el sol, por el refugio que creaste
y por que además de todo esto eres un ser vivo,
que crece, siente, y sufre como hoy por ti lo hago yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario