Que frió corre aquí el viento, inhalo profundo y el aire huele solo a recuerdos, camino por cada pasillo, por cada habitación, y en cada paso veo parte de mi infancia, de mi juventud, asomo a la cocina y en ella veo aun colgados los viejos jarros de barro, con ese aroma impregnado a café de olla, con el picante de la canela, al chocolate que batía por horas la abuela, quien dice que los recuerdos no huelen, si aun se aspira el olor a tabaco de la pipa del abuelo, y ese humo que dibujaba las historias que el contaba a veces con lagrimas en los ojos.
Un sentimiento especial me embriaga, llego a esa habitación de cortinas blancas, una colcha café ya empolvada, el contacto de mis pies al cruzar por la alfombra me hacen recordar y pisotear un montón de sentimientos, las paredes huelen a melancolía, en ella una fotografía, cinco personas en ella, cinco vidas, cinco historias, papa, mama, cuando aun estaban juntos, mis dos hermanos y yo, pero quien soy yo ahora, no lo se, no lo recuerdo, me siento en la vieja mecedora de madera, su rechinido me hace recordar a mama, cuando en ella dormitaba mientras tejía, tejía sueños, ilusiones, ropa de diminuto tamaño para ese ser por todos esperado, el primer nieto, vaya muchacho, como a pasado el tiempo y aun recuerdo tu llanto, tus risas, tus paseos por los suelos, que alegría daba ver a superman volando por la sala, a bantman brincar de sillón en sillón, con el antifaz chueco y apenas un pañal. Mmm ahhh, y este comedor de madera apolillada, tres generaciones en el festejando la navidad y esperando el año nuevo, entre risas y abrazos, entre regalos anhelados y un brindis con el vino añejo de papa, el silbido de la tía, las risas de la prima al son de los chistes de mi hermano.
Recuerdos, cuantos recuerdos guarda esta casa, que tiempos aquellos, cuanta gente que ya no esta…
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